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Y tal que creíste que por ser gastronomer y foodie me las sé todas. Y no. Para hacer ciertas cosas he tenido que estudiar, hacer cursos, intentar y fallar. Con la receta de pan, es uno de esos casos.
Como lo publiqué alguna vez en mi feed de Instagram, fui de esas que quise hacer pan de jamón con alguien que ha desarrollado una receta legendaria y una fama aquí en Venezuela: Claudio Nazoa.
¿Lo logré? Oye si y hasta el maestro me dijo que tenía buena mano para el amasado. Aquella pelota de harina, con levadura, agua y sal estaba bastante más crecida que mis compañeros de mesón.
Más eso quedó allí. Aunque salió bien el pancito, en verdad no me llamaba la atención -en ese momento- ponerme a hacer como en muchos hogares, el pan de su pulso y rodillo.
Honestamente, creo que me reto de cuando en cuando a salir de mi zona de confort. Y creo que escogí la mejor manera, o tal vez la más valiente.
Fíjate. ¿Recuerdas esa laaarga lista que hacemos a final de año y que cada cierto tiempo nos lamentamos de no estar haciendo? ¡Pues claro que hice la mía! tal como te la indiqué en el post. Sin látigo, con suma honestidad y la objetividad que pude.
Y allí estaba el aprender a hacer pan, ya que tanto me gusta comerlo. Solo había una cosilla que resolver, pequeño detalle. Conseguir alguien conocido que me enseñara conciente de que la masa de arepa me queda regular, que lo más cercano de ser maestra panadera es tener un negocio de estos al lado de mi casa y para colmo, que la comodidad a veces me mata.
O sea, alguien con bastante paciencia y didáctica. Y ¡oh milagro! Tal como sucede cuando tienes enfoque hacia las cosas, se me apareció en mis narices la oportunidad.
Si. Resultó que en el cierre de actividades que hicimos las Emprendedoras Digitales de Venezuela en diciembre, los conocí. Me parecieron gentiles y la presentación de su mesa en una mini-feria gastronómica que hicimos, fue espectacular. Probé su ponche y me pareció estelar como el mío. (Bueno, el de la receta de mi familia). ¡Muy de buena vibra y de lujo!
Tomé sus datos, los comencé a seguir por las redes y en enero los contacté, para comenzar con buen pie. Así que hice el curso de panadería básica intensivo, es de un día.
Haces los pancitos en mesón con la supervisión de los maestros y en equipo. Así intercambias saberes con las que ya tienen mucha más experiencia. ¡Eso me favoreció y mucho!
Tienen cursos de muchas ramas de comida en realidad y les gusta apoyar a que otros también surjan. Eso es encantador. Sin la menor duda los recomiendo.
Solo que esta vez el reto debía ser mayor. Comenzar a ponerlo en práctica tan pronto como fuera posible.Y para eso…
De esa gente que te sigue y te apoya solo porque si. ¿Sabes? Bueno, así es Lisbelly Córdova. También compañera de las comunidades, que una mañana me escribió: – Señora Vargas (porque así me dice), esto le puede gustar.
Ella también ha estudiado panadería y está a punto de titularse en la materia. Por medio de ella conocí un par de andinas que andan por el mundo llevando en alto el nombre de mi país y que tienen un curioso formato de blog.
Ya somos amiguitas también. Y como los maestros de Jotaká me enseñaron a trabajar con la panadería artesanal, que parte de la gestación de la masa madre… ¡Suaz! Estas muchachas de vainascooltas.com me pusieron el camino mucho más sencillo. (Haz click en el término para que sepas lo que significa y como se trabaja con eso).
Y te dejaré a la imaginación que identifiques cuáles fueron los míos en realidad. Bueno, está bien. Te lo contaré si me guardas el secreto.
No te pierdas el carrusel del proceso de estos mis primeros panes. No perfectos, pero estoy sumamente orgullosa de mis resultados.
¿Te atreverías a hacerlo? Lánzate, no te arrepentirás.
Uuuuufffffffff ese pan se ve demasiado buenooooo ahora lo quiero probar. Tanto como ponerme a hacerlo, lo dudo, eso lo dejo a las maestras como tú.
Más maestra serás tú. Nada, juntas comeremos pan de orégano… Te lo prometo. Un beso grande mi querida paisana
Yo quiero ser como tuuuu… cuando sea grande… no te da miedo probar, equivocarte, intentar de nuevo, lento, despacio, pero sin parar… como la masa madre. Me encanto, quiero que me enseñes hacer pan.
Jajaj, ¡Mary! Ya perdí muchas cosas en mi vida por no intentar ni hablar. Me juré no sucedería más y puedo dar absoluta fé que fuera de nuestra zona de confort es que suceden cosas increíbles. Respeto a los que se dejan dominar por el vértigo. Es muy humano. Y bueno… debo seguir aprendiendo para poder enseñar. Gracias por tu bello comentario
En definitiva Sheila. Yo tengo que comprar muchas cosas para que tú las hagas y nos jartemos jajajaj. Me encantó cómo me llevaste a la receta. Que no haré (soy honesta) pero que sí deleitaré algún momento cuando pruebe tu pan.
Si va. Pan de leche o de avena con un cafecito o té. Primero guapa, ¡a por la sopa!